jueves, 5 de septiembre de 2013

Cultura Bíblica En el presente artículo comentaremos a propósito de por qué Je...

Cultura Bíblica



En

el presente artículo comentaremos a propósito de por qué Jesús no solamente

habló de los misterios del Reino sino también sobre actitudes prácticas y

cotidianas, asignándoles un valor religioso.







Una

de las grandes diferencias entre la religiosidad hebrea y la filosofía griega

era que, a pesar de haber llegado ambas a concebir que sólo podía existir un

solo Dios, los filósofos, especialmente los neoplatónicos, afirmaban que era

tan perfecto y tan espiritual que el contacto con la humanidad y el mundo

material era imposible. Mientras los hebreos afirmaban que Dios intervenía en

la historia del pueblo para ofrecer la salvación, la fe cristiana va aún más

allá que los hebreos al afirmar que Dios se ha encarnado. A pesar de que la

religiosidad hebrea podía hablar con Dios por medio de los Salmos y afirma

tener en la Ley de Moisés la expresión misma de la voluntad y la sabiduría

divinas, nunca pudo concebir que algún ser humano dijera “yo soy Dios”, como

vemos que Jesús lo hizo ante el Sumo Sacerdote y por ello fue condenado a

muerte. Dentro de la perspectiva cristiana de la encarnación de Dios, es decir,

Dios presente en la persona misma de Jesús, ocurre una gran transformación a

propósito de lo que debe considerarse lugar sagrado, persona sagrada y acciones

sagradas. El lugar de contacto entre Dios y su pueblo en el Antiguo Testamento

fue por excelencia el Templo de Jerusalén. No concebían que Dios cupiera en el

Templo pero sí aceptaban que Dios había escogido este lugar para manifestar su

gloria y allí recibir el culto que el pueblo le brindaba. Jesús declaró que el

Templo era su propio cuerpo y que los verdaderos adoradores habrían de adorar a

Dios en espíritu y en verdad. Por lo tanto donde dos o más se reúnen en el

nombre de Jesús allí está Jesús y el Padre, aquel sitio por tanto se convierte

en lugar “sagrado” en cuanto es sitio de encuentro entre Dios y las personas.

Igualmente Jesús al decir: “lo que hiciste a uno de estos más pequeños a mí me

lo hiciste” abre una nueva perspectiva de lo que consideramos personas

sagradas. Los sacerdotes representan a Dios frente al pueblo, pues bien Jesús

quiso que los pobres, los pequeños y los necesitados lo representaran. Por

supuesto que no va en contra del ministerio sacerdotal pues por medio de éstos,

Cristo sumo y eterno, incluso el único sacerdote de la Nueva Alianza, realiza

los signos de salvación, es decir, los sacramentos. Las acciones sagradas también

sufren una transformación, pues las obras de misericordia son declaradas como

servicios prestados al mismo Dios. Cuando Jesús dice a los discípulos consejos

sobre qué lugares escoger o a quien invitar a un banquete, tiene en mente que

estas actividades también están relacionadas con el Reino de Dios o, más bien,

con la forma en que cada uno se orienta hacia este Reino



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