jueves, 5 de septiembre de 2013

El peligro de la maternidad subrogada Como tomado de una película de ciencia f...

El peligro de la maternidad subrogada



Como

tomado de una película de ciencia ficción: una pareja que no puede embarazarse

consigue –regalados o pagados– varios óvulos y/o semen. ¿Cómo? Tal vez

convencen a alguna conocida (prima, amiga o la joven que les ayuda con el aseo

de la casa) para que el bebé se geste en su vientre; posteriormente, acuden a

una clínica de fertilidad en la que médicos y técnicos “producen” varios

embriones –para asegurar que por lo menos uno sobreviva– y los transfieren al

útero de la mujer que hará de “mamá gestante”. Este proceso se conoce como

“maternidad subrogada”, “subrogación de vientre o de útero”.



La

maternidad subrogada es la forma en que las personas (no sólo las parejas) que

no pueden –o no quieren– concebir de manera natural, logran tener descendencia.

Se ha hecho “famosa” porque algunos artistas –autodeclarados homosexuales– la

han llevado a cabo (Elton John y Ricky Martin, por ejemplo), ante su

incapacidad de concebir con mujeres, y no por cuestiones médicas.



Por

este motivo y por la enorme cantidad de recursos económicos que es capaz de

generar este método, el tema de la maternidad subrogada está ahora en la agenda

legislativa de los grupos parlamentarios “progresistas”, tanto a nivel local

como federal.



Los

promotores de estas prácticas de “vientres de alquiler” suelen disfrazarlas

como una opción para las parejas que no pueden concebir y como un acto

altruista en el que una mujer “bondadosa” acepta llevar al hijo de otra; sin

embargo, aunque puede ocurrir una subrogación con esas características, la

experiencia en oros países demuestra que se trata de la minoría de los casos.

Además, aunque así fuera, es importante conocer los numerosos riesgos y

problemas vinculados con el tema, ante la posibilidad de que se legalice su

práctica en el Distrito Federal y en todo el país.



En

primer lugar, la maternidad subrogada cosifica a los seres humanos, los vuelve

objetos. Los futuros bebés nacidos de esta especie de contrato entre

particulares, se convierten, desde que son embriones, en una mercancía que, con

la excepción de uno o dos, será desechada, y sólo servirá para asegurar que

quienes han contratado el procedimiento puedan tener un hijo. El procedimiento

de subrogación, generalmente emplea la creación de varios embriones para ser

transferidos a la mujer que los gestará: la mayoría de los embriones muere en

el proceso, pero de lograrse y “sobrar”, serán congelados, destruidos o

vendidos ilegalmente.



Respecto

a las mujeres que los gestan, se convierten en una especie de incubadora puesta

a la renta de los deseos de otras personas. Es decir, estas “madres rentadas”

mercantilizan su cuerpo al ponerlo a disposición de terceros. Debido a esto, la

mayoría de los casos de subrogación no se da entre parejas y mujeres gestantes

en igualdad de circunstancias socioeconómicas, sino que, como ocurre en países

como la India, parejas adineradas –las que pueden pagar porque el procedimiento

es caro– recurren a jóvenes económicamente vulnerables, que ven en la renta temporal

de su cuerpo una salida temporal a sus condiciones de pobreza.



En

el contexto de este desequilibrio, las mujeres gestantes son susceptibles de

números abusos por parte de los padres contratantes y de las clínicas que

ofrecen el servicio –pagos no proporcionales a los riesgos físicos y

emocionales que la práctica conlleva y de los que nunca se habla–. Por ejemplo,

en la India, es común que las mujeres gestantes alquiladas no puedan abandonar

las instalaciones de las clínicas en el tiempo que dura el embarazo y tengan

que vivir prácticamente privadas de su libertad; también se da el caso de que

quienes las contrataron se nieguen a recibir un hijo nacido con alguna

malformación o que las abandonen en el hospital ante alguna complicación

demasiado costosa que, en muchos casos, llega a poner en peligro su vida.



La

maternidad subrogada también genera problemáticas de filiación y derechos de

paternidad. En un procedimiento de maternidad subrogada pueden existir dos

padres: El que paga por el hijo y el que aporta, en su caso, el material

genético (semen). Y hasta tres madres: la que aporta el material genético

(óvulos), la que gesta al bebé (renta su ovario, matriz, útero), y la que desea

y paga por el hijo.



Estas

situaciones obligan a revisar y reflexionar sobre las reglas establecidas en el

Código Civil para hacer frente a los conflictos que pueden suscitarse. Es

importante subrayar que la maternidad subrogada abre la puerta a situaciones de

maternidad sumamente delicadas y complicadas: ¿qué pasa si la mamá gestante se

niega a entregar al hijo? ¿Qué pasa si el hijo nace con algún defecto o

malformación, y quién lo encargó ya no lo quiere debido a esta situación? ¿Y si

nacen gemelos? ¿sólo se paga por uno o aceptan a los dos? De no ser así ¿quién

se hace responsable del segundo? ¿Si la pareja que lo encargó se separa o si

alguno o ambos cónyuges fallecen durante el período de embarazo, qué pasa con

la madre gestante y con el hijo? ¿de quién es el hijo ahora?



Por

otra parte, la maternidad subrogada no es un derecho a la salud. Es muy

frecuente que los promotores de estas prácticas lo presenten como una política

de salud a la que tienen derecho los ciudadanos; sin embargo, tener derecho a

los servicios de salud no incluye cumplir el “deseo” –legítimo– de los ciudadanos

a tener hijos y que, además, el Estado pague por ello. En pocas palabras, el

Estado no puede ser responsable de darle hijos a sus gobernados cuando no

puedan o no quieran tenerlos por sí mismos.



En

general, podemos decir que:



1.

La maternidad subrogada es un método que eligen las personas cuya imposibilidad

para procrear no obedece, necesariamente, a razones médicas ni altruistas.



2.

El deseo de procrear es legítimo en las personas, no así el comercio de la

maternidad. 3. El máximo logro de esta práctica es el nacimiento de un hijo

“elaborado” con el material genético, en el mejor de los casos, de los padres

que lo encargan, aunque puede no ser así.



4.

Es una práctica sumamente costosa que se aprovecha de la vulnerabilidad

económica de las mujeres que prestan su cuerpo para gestar.



5.

Nuestro sistema jurídico no está preparado para regular y resolver

satisfactoriamente las complejas situaciones que surgen de esta figura.



6.

La vida y la dignidad humana deben prevalecer por encima de intereses particulares,

por legítimos que éstos sean.







*

Abogado egresado del Centro de Investigación y Docencia Económica A.C. (CIDE)





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